
Que el niño presencie pequeñas discusiones verbales entre los progenitores no debe afectar a su desarrollo, lo que si afectan son las peleas violentas verbales o agresiones físicas, por lo que si deseamos un sano crecimiento psicológico de nuestro hijo debemos evitarlo a toda costa; es mejor una buena separación que un matrimonio con violencia.
En muchas ocasiones uno de los padres al sentir odio por el otro provoca que uno de ellos o ambos maltraten al hijo en común, utilizándolo de “cabeza de turco”, como una herramienta para hacer daño al otro, creando en el niño conflictos de lealtad.
También puede suceder que en el conflicto matrimonial baje la capacidad de los padres para enseñar a sus hijos formar parte de la sociedad y relacionarse con las demás personas. Esto es debido a los diferente criterios educativos de los padres. Todo ello provoca que el niño no tenga unas pautas claras de conducta y tenga problemas en integrarse en la sociedad.
Una pista clara de que algo están haciendo mal los padres es que el niño vaya mal en las notas del colegio, tenga un mal comportamiento, por lo que deberemos tener más contacto con los profesores o tutores del colegio.
Diego de la Fuente
Psicólogo